Por Andrea Guachalla
¿Cómo se siente estar en casa?
¿Cómo suena?
¿Casa es un lugar, una persona o una canción?
Si no lo sabes no te atribules, hay un hombre que si lo sabe.
Un hombre que vive en una escondida isla al noreste de Brittany, una provincia de Francia. Esa es su tierra natal y es una con muchos nombres…
Puedes llamarla “Ushant” si inglés es el idioma que prefieres, o puedes llamarla “Ouessant” si tus pies yacen en Francia, o más precisamente puedes llamarla “Eusa” en la lengua celta que se habla allí. No obstante, para ser justos, ninguno de ellos es su verdadero nombre, ninguno define su trascendencia bien.
Algunos recordarán que Eusa fue el último pedazo de Francia que Napoleón Bonaparte vió cuando, condenado a exilio en 1815, fue llevado lejos. Otros lo recordarán como el lugar donde la Armada Rangers estadounidense y los comandos británicos destruyeron una estación radar alemana en la Segunda Guerra Mundial, o como el lugar desde donde puede verse el faro más potente de toda Europa: Phare du Creach.
Pero todo eso, todos los nombres, todas las historias que Eusa implica, palidecen al lado de su esencia y nombre real:
“HOGAR.” El hogar de un hombre.
“¿Cuál hombre?” te preguntarás.
Y yo responderé: “Yann Tiersen,” el único hombre que alguna vez trazo el mapa de una isla con música.
Nació en Eusa en 1970. A la edad de cuatro empezó a tocar el piano, y el violín a los seis. Y desde entonces se aferró a la música como si fuera el aire necesario para respirar, y se aferró a la isla como fuente principal de inspiración.
Sin importar que instrumento o género musical esté tocando, su música siempre representa a Eusa. Retrata los días fríos y los suelos rocosos, las interminables olas del océano meciéndose mientras la lluvia cae, el viento rozando su piel mientras camina, la tranquilidad de los días, las deslumbrantes estrellas brillando por la noche, las abatidas nubes y las apacibles tormentas.
Cuando escribe música
“…[todo] está ligado a la isla, a [su] naturaleza, a [sus] coordenadas.”
Yann Tiersen
Su música es la isla.
Su música es su hogar.
Cinco años atrás, en 2015, él volvió al lugar que lo vió nacer, a la isla cuyo idioma, Breton, está en peligro de desaparecer. Volvió a la pequeña isla que hace cien años tenía casi tres mil habitantes, y hoy en día tiene solo una tercera parte de ellos.
Volvió con una misión:
“10 piezas,
10 fotos,
10 locaciones,
10 coordenadas,
10 grabaciones de campo.”
Pasó meses buscando locaciones que inspirarían su 9no album de estudio titulado “Eusa” por la isla. Fue a cada uno de los diez lugares y tomó nota de las coordenadas, y grabó los sonidos circundantes: Las aves cantando, las olas chocando contra las rocas, el viento soplando plácidamente. Mientras su amiga, Emily, tomaba fotografías de cada lugar.
En las palabras de Yann Tiersen:
“Eusa es más que un hogar, es parte de mí. La idea era hacer un mapa de la isla y, por extensión, un mapa de quien soy yo.”
Yann Tiersen
Las diez locaciones y las diez fotografías tenían un sonido particular. No eran las aves de las grabaciones de campo, ni el oceano. En la mente de Yann su sonido era… Melodías en el piano. La isla sonaba como simples sucesiones de acordes y arpegios. A veces dulces, a veces tristes, y más frecuentemente llenas de esperanza. Y los caminos entre las locaciones sonaban como notas sueltas en el piano, así como cuando miras a través de la ventana del auto y dejas que tu mente vaya de pensamiento a pensamiento.
Y con las diez piezas que representaban cada locación combinadas con las grabaciones de campo, y ocho improvisaciones en medio dibujando los caminos para llegar a ellos, el album “Eusa” fue trazado y completo. Yann fue trazado y completo. Un libro y un album fueron publicados.
Pero todavía había algo por hacer: Honrar a la isla, Ushant, Ouessant, Eusa con la música que inspiró. Así que…
Una mañana un piano fue puesto en un camión y llevado de la casa de Yann Tiersen a Porz Goret, un lugar cerca de la costa. Todos tuvieron que usar impermeables pues el cielo amenazaba con mandar una tormenta.
El piano fue delicadamente removido del camión y puesto en medio de un campo de hierba, bajo un cielo lleno de nubes que palidecían los alrededores. Un hombre se sentó en una silla azul con el imponente Phare du Creach detras de él.
Yann Tiersen y la isla, y él intepretando Porz Goret para ella.
Porz Goret
48°26’19″N 5°6’40″W
Dos teclas blancas oponiéndose a las teclas negras. El reflejo del semblante de Yann en la pulcra superficie del piano. Una melancólica, dulce melodía viniendo de sus dedos presionando firmemente las teclas, el cielo, su ser entero.
El mismo hombre que toca para miles de personas, tocó una simple balada para el océano, para la isla, para su hogar. Con el frío viento pasando a través de sus dedos, y las olas mezclándose con cada nota. Con memorias de su infancia y su adultez llenando los espacios entre las octavas, y su vida a veces rocosa, a veces tranquila enmarañándose con las melodías de en medio.
Un hombre se sentó en una silla azul, y retrató con una simple melodía el principio de su ser y el trayecto de su vida. Como todos esos años de éxito, riquezas y reconocimiento nunca lo cambiaron a él. Porque para los viajeros del océano Eusa es precisamente eso: El principio y el final. Así como para Yann Tiersen su música interconectada con la isla es quien fue, quien es, quien será y aún más…
Es el sonido de la lengua celta, Breton, que pronto se olvidará. El sonido de una isla escondida que en un siglo será de nadie el hogar. El sonido del lugar que Yann Tiersen siempre considerará su hogar.
Es un suspiro en tus oídos que dice:
¿Cómo se siente estar en casa?
¿Cómo suena?
¿Casa es un lugar, una person o una canción?
Si escuchas atentamente descubrirás que
SIEMPRE ESTÁS EN CASA.