EL SEÑOR DEL TIEMPO

Por Andrea Guachalla

Hace algunos años el – a veces – certero algoritmo de YouTube me recomendó un video titulado “41” mientras escuchaba música. ¿Por qué me lo recomendó? No tengo idea, no había un punto de conexión con nada de lo que haya estado viendo o escuchando. Pero por algún motivo lo hizo.

Resultó ser que “41” ni siquiera era música, era una película independendiente entera que había sido subida por algún fan. Después me enteré que había sido dirigida y producida por Glenn Triggs, un cineasta australiano, en el 2012. La trama se desenvuelve alrededor de un muchacho que comete un error y descubre un lugar que le permite viajar 12 horas atrás en el tiempo. Así que intenta redimir el tiempo que desperdició y el tiempo que se la pasó causando males. Como solo podía viajar 12 horas en el tiempo, lo hace una y otra y otra vez hasta arreglar las cosas… 

No puedo espoilearte la película porque no la vi completa, no sé si el muchacho pudo en algún momento redimir el tiempo – pero espero que sí lo haya hecho. Pero lo que me maravilló fueron los primeros 60 segundos de la película que describen la ideología detrás de de la historia y cómo se relaciona inconscientemente con verdades bíblicas sobre el tiempo: cuán corto es el tiempo que tenemos en esta vida, quién es el Señor del tiempo, y cómo podemos redimir el tiempo.

Si ves los primeros 60 segundos de la película escucharías una dulce voz que te recordaría a Galadriel del Señor de los Anillos, y que recita un poema que suena más como una canción cuando ella habla. Dice así:

“Cada cinco segundos alguien vive, 
y cada ocho segundos alguien muere, 
y cada segundo de en medio estamos aquí,
o aquí.

TIEMPO… 

Dicen que el tiempo está perdido en la memoria. 
No podemos tocar, ver o controlar el tiempo. 
Somos esencialmente prisioneros de esta cuarta dimensión. 
Y un día todo esto desaparecerá. 
Y aun, por alguna razón, no parece que eso nos importe demasiado… 
Y preferimos pelear entre nosotros.

La verdad es: No estamos aquí por tanto tiempo, 
y para la mayoría de nosotros,
solo tendremos una oportunidad en todo esto. ”

La semana pasada leimos sobre nuestra tendencia a procrastinar y usar nuestro tiempo neciamente, sin poder reconocer las implicaciones de no usar nuestro tiempo apropiadamente. No se trata solamente de nuestra tendencia a procrastinar, pero también a la flojera, o a darnos más tareas de las que podemos hacer realmente. Consecuentemente, vivimos en un estado de descuido en cuanto a las cosas que estamos haciendo. Si caemos en cualquiera de estas categorías es probablemente porque no nos damos cuenta de que…

“Cada cinco segundos alguien vive,
Y cada ocho segundos alguien muere.”

Brevedad de la vida

No estamos conscientes de cuán corta la vida realmente es. Lo leemos en la biblia y escuchamos a personas hablar sobre la brevedad de la vida. Quizá incluso escuchamos a nuestros abuelos u otras personas de la tercera edad arrepentirse por las cosas malas que hicieron, o aún peor, por las cosas que no hicieron. Pero como jóvenes eso parece tan distante y poco importante… Es difícil a este punto entender no solo con nuestras mentes, sino también con nuestros corazones lo que el salmista alguna vez dijo:

“Los días de nuestra edad son setenta años;
Y si en los más robustos son ochenta años,
Con todo, su fortaleza es molestia y trabajo,
Porque pronto pasan, y volamos.”

Salmos 90:9-10, Reina Valera 1960

Pero para nosotros 70 u 80 años parecen un tiempo largo; si estamos aquí o allá, no parece importarnos demasiado. Sin embargo, ¿nos damos cuenta de cuán corta es la vida? ¿Entendemos que “somos como niebla que aparece por un tiempo y luego desaparece”? (Santiago 4:14) ¿Nos damos cuenta de que cada segundo entre el día en que nacemos y el día en que morimos nos la pasamos aquí, en nuestro hogar terrenal? ¿Nos damos cuenta de que somos esencialmente prisioneros en esta cuarta dimensión? 

Aquel que es dueño del tiempo

Esto no nos pertenece. Este tiempo que tenemos no nos pertenece. El tiempo que tenemos para administrar ha sido confiado a nosotros por Dios, quien no solo creó la materia y la vida sino también la dimensión temporal en la que existen. 

“Dijo luego Dios: Haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche; y sirvan de señales para las estaciones, para días y años, Y sean por lumbreras en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra. Y fue así. E hizo Dios las dos grandes lumbreras; la lumbrera mayor para que señorease en el día, y la lumbrera menor para que señorease en la noche; hizo también las estrellas. Y las puso Dios en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra.”

Genesis 1:14-17, Reina Valera 1960

¿Reconocemos que Dios es dueño de nuestro tiempo y que nos lo dió para que lo administremos sabiamente para Su Gloria?

Cuando podamos reconocer que nosotros, nuestros talentos, nuestros medios, nuestro tiempo le pertenecen a Dios y que “de infinitud a infinitud Él es Dios”, debemos orar como lo hizo Moisés alguna vez:

“Enséñanos de tal modo a contar nuestros días,
Que traigamos al corazón sabiduría.
Vuélvete, oh Jehová; ¿hasta cuándo?
Y aplácate para con tus siervos.
De mañana sácianos de tu misericordia,
Y cantaremos y nos alegraremos todos nuestros días.
Alégranos conforme a los días que nos afligiste,
Y los años en que vimos el mal.
Aparezca en tus siervos tu obra,
Y tu gloria sobre sus hijos.
Sea la luz de Jehová nuestro Dios sobre nosotros,
Y la obra de nuestras manos confirma sobre nosotros;
Sí, la obra de nuestras manos confirma.”

Salmos 90:12-17, Reina Valera 1960

En un mundo donde vemos que con más frecuencia los hombres prefieren pelear entre ellos y causar daño antes que bien, somos llamados a amar a Dios y a nuestro prójimo. El Señor del tiempo y de la vida, el creador de todas las cosas nos comanda a administrar el tiempo que ÉL nos dió sabiamente para glorificar Su santo nombre con lo que sea que hagamos, y a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismo, nos llama a honrar Su nombre en todas las áreas de nuestras vidas y a tener una relación personal con Él. Y nos comanda a hacer todo esto al mismo tiempo que nos da los medios para hacerlo: mediante Jesucristo somos reconciliados con Dios, mediante el Espíritu Santo somos santificados.

Podemos, como Moisés, acercarnos a nuestro Padre en oración y pedirle que nos enseñe a enumerar nuestros días y que nos muestre el trabajo que debemos hacer. Podemos confiar en Su Palabra cuando nos enseña: 

“Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor.”

Efesios 5:15-17, Reina Valera 1960

El Señor del Tiempo, quien nos llama a hacer bien y glorficar Su nombre, quien preparó las obras de nuestro Señor Jesucristo de antemano para que podamos caminar en Sus caminos (Efesios 2:9), es también misericordioso y lleno de gracia y nos muestra Su voluntad, nos enseña como utilizar nuestro tiempo en contra de nuestros propios deseos, y así redimirlo para Su Gloria. 

Usando el tiempo sabiamente

Si Dios y no nosotros es el Señor de Tiempo, sabemos que responderemos por cómo redimimos el tiempo que Él nos dió, o por cómo lo desperdiciamos. Por tanto, debemos responder en gratitud y amor buscando conocerlo más y discernir Su voluntad de modo que podamos usar nuestro tiempo sabiamente.  

Ahora, si eres como yo en algo, quizá has utilizado la excusa de que no sabes la voluntad de Dios para descuidar la sabia administración de tu tiempo. Cuando sea que siento que no tengo un propósito o guía clara por parte de Dios tiendo a culparlo por no mostrarme Su voluntad “más claramente,” y eso tristemente me guía a usar mi tiempo de acuerdo a mi propia voluntad, no la suya. Pero la verdad es: Sabemos cuál es la voluntad de Dios. No importa quién seas o dónde estés, sabes lo que Dios te está llamando a hacer.

Estás llamdo a glorificar Su nombre y servir a otros sin importar en qué circunstancias te encuentres, ya sea que estés satisfecho con ello o no. Estamos llamados a ser atentos, intencionales y decididos en nuestro presente, ¡no en nuestro futuro! Somos llamados a ser buenos estudiantes, hijos amorosos, amigos cariñosos, miembros serviciales de la iglesia, estamos llamados a priorizar el bienestar de quien sea que esté a nuestro alrededor, incluso a expensas de nuestro propio bienestar.

Estamos llamados a redimir nuestro tiempo, como R. C. Sproul escribe, debemos orar que el Señor nos muestre nuestras prioridades en el orden correcto, y después que nos muestre cómo redimir nuestro tiempo de acuerdo a esas prioridades. Confiar en la sabiduría de Dios y no en nuestra propia sabiduría nos guiará a identificar nuestros roles, establecer metas sabias, y un horario productivo que honre a Dios. R. C. también da algunos tips prácticos que te recomiendo mucho leer.

TIEMPO… 

Dicen que el tiempo está perdido en la memoria. 
No podemos tocar, ver o controlar el tiempo. 
Somos esencialmente prisioneros de esta cuarta dimensión. 
Y un día todo esto desaparecerá. 

Y nosotros, a diferencia del muchacho de la película, no podemos viajar atrás en el tiempo una y otra vez hasta lograr arreglar las cosas. Más aun, la cuestión real es si nosotros, al final de nuestro tiempo, podremos mirar atrás a lo que fueron nuestras vidas y reconocer que dependimos de la sabiduría de Dios y no la nuestra, o si, como aquel muchacho, miraremos atrás y lamentaremos nuestras acciones necias y trataremos – muy tarde – de redimir nuestro tiempo.  

Sabemos que un día todo esto se habrá ido, dejaremos nuestra vida terrenal atrás. Hasta que ese día venga, busquemos primero el Reino de Dios y Su justicia (Mateo 6:33). Sirvamos a juestro Señor con todo nuestro corazón, con toda nuestra mente y con propósito hoy mismo, no mañana. Sirvámosle donde estamos ahora, no donde creamos que vayamos a estar el próximo año.

Redimamos el corto tiempo que tenemos y honremos al Señor infinito del tiempo.


Otros recursos:

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