EMMA WATSON: Un Peligroso Despertar a una Ficticia Realidad

Por Andrea Guachalla

“[Mi] travesía empezó cuando fui a la Universidad en los Estados [Unidos]. […]
El sentarse, de hecho, en otro país y escuchar tu historia contada
diferentemente a cómo se te había enseñado en casa […] fue un nuevo despertar ”.

– Emma Watson

Y fue realmente un despertar. Un despertar a una ficticia realidad.

Emma Watson, ampliamente conocida como la dulce niña que fue entrevistada para participar en la saga de Harry Potter en 2001, y ganó el papel para interpretar a la ahora icónica Hermione Granger, se convirtió en una de las feministas más icónicas de nuestro siglo, y es ampliamente reconocida por su trabajo en la campaña HeForShe (ELPorElla) que tiene como objetivo acabar con la desigualdad de género en todo el mundo. 

Como parte de esta campaña, que comenzó cuando fue contratada por las Naciones Unidas como Embajadora de Buena Voluntad, Watson fue llevada a conferencias internacionales alrededor del mundo para hablar sobre igualdad de género, feminismo, justicia social, privilegio blanco, feminismo blanco, interseccionalidad y otros asuntos relacionados. En consecuencia, se convirtió en una de las mujeres más admiradas del mundo según las encuestas globales realizadas por YouGov y ahora es una reconocida feminista, defensora de las personas transgénero, defensora de la justicia social y ambientalista. 

¿Quién hubiera imaginado que la dulce niña que ves en pantalla, practicando hechizos y haciendo alarde de su inteligencia en las instalaciones de las ficticias instalaciones de Hogwarts, llegaría a ser una mujer dispuesta a dejar su carrera como actriz (anunció que se retiraría en 2021 de la actuación) para defender el feminismo, el movimiento transgénero y todas las ideologías que respondan al izquierdismo, el marxismo cultural y la teoría crítica en su conjunto? ¿Quién hubiera imaginado que Emma ahora abogaría por permitir que las mujeres transgénero (biológicamente hombres) invadan los espacios femeninos, por el “derecho” de las mujeres a matar a sus propios bebés por nacer, por que niños de seis años de edad reciban tratamiento para cambiar su género, y para que hombres y mujeres rechacen su diseño original llamándolo “igualdad de género”, por lo tanto, llamando a los hombres a ser más como mujeres y a las mujeres a ser más como hombres? La utopía ilógica de Emma: un mundo donde no existen los géneros.

¿No es esta la misma niña que se crió en una familia mas o menos conservadora en Oxfordshire, Inglaterra, y que estudió la mayor parte de su vida en la Escuela Headington, una institución cristiana evangélica para niñas? ¿No es esta la misma niña cuya educación estuvo llena de una cosmovisión conservadora e incluso cristiana de lo que es la familia, la sexualidad y la justicia?

Por difícil que sea de creer, es verdad. Es la misma chica.

Y lo único que fue necesario para que ella le diera la espalda a todos sus principios conservadores fue asistir a una universidad de tendencia izquierdista en los Estados Unidos. Pero no cualquier universidad. Tenía que ser la Universidad de Brown, la séptima universidad más antigua de ese país, una de las más destacadas y la primera de todas las universidades estadounidenses que decidió cambiar sus planes de estudio y estatutos para defender el feminismo, la teoría crítica basada en la raza y la ideología de género empezando en 2003, y seguida por muchas otras instituciones de educación superior. Incluso el programa de licenciatura que Emma Watson hizo en BU, Literatura Inglesa, está llena de todas estas ideologías y reconoce abiertamente que la visión del mundo que imparte a sus estudiantes proviene de puntos de vista de izquierda, y tiene como objetivo moldear el pensamiento “crítico” de su alumnado hacia puntos de vista marxistas en cuanto a la política, la literatura, la historia, la sociología y el arte. 

¿Esto huele a lavado de cerebro para alguien? A mí si.

Ahora, uno esperaría que todas las personas que han pasado por una universidad tan prestigiosa (cuyos estudiantes terminan teniendo una tendencia ideológica izquierdista teas concluir sus estudios allí) estén calificadas para ofrecer una visión científica, sociológica y estadística de los temas que abordan con tanta pasión a través de su trabajo, en el caso de Emma en el trabajo que hace sobre “igualdad de género” en la ONU, pero sería un error esperar eso. La verdad es que no están calificados para ellos. ¿Por qué? Porque defender por lo que luchan rara vez se basa en hechos y, más a menudo (si no es que siempre es así), se basa en sentimientos. 

Ahora, yo, como una exfeminista que solía admirar a Emma Watson por su activismo feminista hace años, debo reconocer que me decepcionó indeciblemente el escuchar nuevamente sus discursos, entrevistas y sesiones de preguntas y respuestas después de años, donde repite una y otra vez que las mujeres sufren discriminación y violencia de manera desproporcionada, que no pueden acceder a puestos de liderazgo y que su potencial académico y profesional se ve frenado sin dar estadísticas o cifras reales de ningún país. Su retórica se trata de culpar al sistema por ser machista y no ofrecer a las mujeres las mismas oportunidades que a los hombres, al mismo tiempo que reconoce que nunca ha sufrido ningún tipo de discriminación “basada en el género” además de ser llamada “mandona” por ser una niña perfeccionista cuando tenía 8 años. Afirma que a las mujeres se les paga menos que a los hombres por los mismos trabajos, y que las mujeres se encuentran en una desventaja económica al mismo tiempo que ella misma es una reconocida actriz, modelo y activista, cuyas ganancias llegan a los 15 millones de dólares por año según la revista Forbes, y al mismo tiempo que reconoce que nunca le han pagado menos que a cualquier actor en su carrera como actriz.

¿No es esta la misma mujer que tiene un título en literatura inglesa otorgada por una de las universidades más prestigiosas y elogiadas de los Estados Unidos?

El problema va más allá cuando nos damos cuenta de que no estamos hablando de una niña al azar que de repente decidió que pasaría su vida en el activismo feminista y apoyando la causa transgénero, sino de LA Emma Watson que es alabada por la ONU, por el Foro Económico Mundial, y Hollywood, y que fue responsable de haber causado que miles y miles de personas se identifiquen como feministas después de escuchar su discurso de apertura de la campaña HeforShe en 2014. Entre ellas se encuentran estrellas de Hollywood (que tienden a ser izquierdistas de todos modos), parte de la Realeza Británica, e incluso presidentes/candidatos presidenciales, como Barack Obama y Hillary Clinton, que decidieron unirse a la campaña HeforShe.

“El efecto Emma Watson”, así se llaman. 

Suena genial, parece que está logrando un cambio real. Pero, ¿qué tipo de cambio puede provenir de un movimiento que no tiene raíces fácticas? Y más allá, ¿qué tipo de cambio puede provenir de un movimiento liderado por una mujer que apenas puede citar investigaciones científicas o datos estadísticos sobre la “desigualdad de género” mientras que al mismo tiempo pretende ofrecer “soluciones” a la misma? ¿Les suena esta crítica muy dura y parcializada? No lo es. Es una crítica legítima cuando te das cuenta de que Emma NUNCA jamás acepta asistir a debates o sesiones de preguntas y respuestas en los que su “expertiz” en igualdad de género podría ser cuestionada, incluso si los organizadores son izquierdistas como ella. La única vez que asistió a una sesión de preguntas y respuestas organizada por la radio de izquierda de la BBC en el Día Internacional de la Mujer, y tuvo un entrevistador feminista, Greg James, apenas pudo responder a preguntas, hizo afirmaciones falsas sobre las consecuencias de la desigualdad de género que no pudo explicar. Reconoció abiertamente que nunca ha experimentado discriminación por motivos de género y NUNCA ofrece datos estadísticos significativos para respaldar sus afirmaciones sobre la brecha salarial que supuestamente afecta a las mujeres, sobre que las mujeres que no tienen acceso a puestos de liderazgo, son discriminadas y acosadas en el ámbito laboral, y son afectadas negativamente por la maternidad, los estereotipos sobre la feminidad y la masculinidad. Los únicos números reales y la única ayuda real que ofrece es la dirigida a las niñas que son obligadas a casarse y son abusadas sexualmente en algunos países de África, pero aún así el enfoque principal del movimiento y la narrativa de Emma es la desigualdad de género en el mundo occidental.

En general, las generalizaciones apuradas y las disparidades percibidas que carecen de análisis estadístico multifactorial se ofrecen como base para un movimiento tan grande como HeforShe. Y es por eso que nunca veremos a Emma Watson debatir sobre igualdad de género con alguien como Jordan Peterson, profesor de la Universidad de Toronto, psicólogo, investigador y experto en hipótesis como la “brecha salarial de género”, y temas relacionados con el feminismo y el impacto negativo que tiene tanto en hombres como en mujeres y la sociedad misma. No es conveniente para las feministas tener debates con personas que pueden cuestionar sus posiciones de manera crítica, lógica y legítima porque el feminismo en general no se trata de hechos, sino de sentimientos. Y los sentimientos, debemos saberlo, son engañosos y pueden ser usados para nuestros propóstios egoístas.

Todo lo que nos queda por preguntar ahora es: ¿Por qué?

¿Por qué tantos hombres y mujeres escuchan a una joven que apenas puede responder preguntas cuando se le presenta cuestionamientos sobre la desigualdad de género, mientras que al mismo tiempo trabaja para la ONU en favor de la igualdad de género? ¿Es que una cara bonita como la suya ayudaría a la ONU a avanzar su propia agenda ideológica de manera más fácil y rápida? Muy probable. Pero una mejor respuesta a la pregunta viene en las propias palabras de Emma Watson, su campaña tuvo tal respuesta y éxito porque: 

“el terreno es fértil.”

Y es fértil porque en este mundo posmoderno no existe una verdad absoluta para aquellos que no creen en Dios, por lo tanto, es fácil seguir a cualquier persona que parezca estar diciendo algo por lo que valga la pena luchar, o en lo que valga la pena creer. Y si es fértil entre los cristianos, lo cual es aún más escandaloso y triste, es porque no estamos arraigados en la palabra de Dios y Su definición de lo que son la feminidad, la maternidad, la masculinidad, la familia, la justicia y como debemos dirigirnos en las relaciones interpersonales. El terreno es fértil porque la gente necesita seguir a alguien que parezaca saber lo que está haciendo, lo que prueba que vivimos en un mundo caído que busca ídolos y se niega a creer en las verdades Bíblicas. 

Si puedo hacer algo con este artículo, espero que sea poder llamarte humildemente a ti, lector, a no caer pasivamente en el “Efecto Emma Watson” sin verificar los hechos o analizar la narrativa que ella da. Permítanme llamarlos a ustedes, hombres y mujeres que se identifican como feministas, a que reflexionen sobre las consecuencias que el feminismo ha tenido en la sociedad: hombres que odian ser hombres y mujeres que odian ser mujeres, la vida de los no nacidos, millones de bebés asesinados en el vientre de sus madres todos los años, y permítanme alentarlos a buscar verdades fácticas. Permíteme, hermano y hermana en Cristo, animarte a estar arraigado en la Palabra de Dios, la única fuente de verdad absoluta y la única forma en que podemos saber qué es lo que verdaderamente glorifica a Dios y qué no.

¿Qué puntos en común tenemos como cristianos con el movimiento feminista y todas las demás ideologías relacionadas y apoyadas por él? Ninguno. Mientras que feministas como Emma Watson presentan la identidad como algo definido por los sentimientos, no por la biología, Dios dice en Su palabra que Él diseñó al hombre y a la mujer a Su semejanza y cada uno con un propósito específico. Si bien la campaña de HeforShe afirma que el principal objetivo final de las mujeres es ser tan poderosas como los hombres en el campo laboral, e implícitamente desprecia el papel de las mujeres en la familia y el hogar, Dios dice que es un gran llamado y un privilegio el poder buscar de su sabidruía como mujeres, madres y esposas, y para estar al servicio de la comunidad. Mientras que el movimiento feminista presenta la lucha por acabar con la vida de los bebés no nacidos como un paso adelante hacia la igualdad de género, Dios llama al hombre a proteger la vida de los inocentes.

No necesitamos que personas como Emma nos despierten a una realidad ficticia basada en sentimientos y medias verdades, pero no en hechos. No necesitamos despertarnos a una realidad ficticia donde la moralidad es relativa y se alaban las malas acciones. No necesitamos ser parte de un movimiento que presenta las verdades bíblicas sobre el núcleo familiar, la feminidad, la masculinidad, la justicia y la sexualidad como retrógradas, racistas, machistas y homofóbicas sin prestar atención a los efectos negativos que sus ideologías causan en la sociedad. No necesitamos ser influenciados por caras bonitas que defienden el feminismo que nos dice que podemos crear nuestra propia verdad, nuestra propia identidad y nuestra propia justicia. No nos dejemos engañar por el falso discurso de tolerancia y amor, que ataca como Dios define a la familia, la identidad y la verdadera justicia.

Sabemos quiénes somos como cristianos: somos Hijos de Dios. Esa es una verdad objetiva e inmutable según la Biblia. Sabemos como cristianos que estamos llamados a ser justos y a no hacer distinciones entre personas, centrándonos en si son hombres o mujeres, judíos o gentiles, ricos o pobres. La realidad en la que vivimos es la de haber sido salvos por Jesucristo, el Hijo de Dios, quien vino a la tierra para morir por nuestros pecados y fue resucitado y glorificado por el Padre, y quien nos reconcilió con Él. Vivimos en una realidad celestial donde somos perdonados, por lo tanto podemos perdonar cuando somos agraviados, somos amados, por lo tanto podemos amar – incluso a nuestros enemigos -, fuimos salvados por pura gracia, por lo tanto podemos estar agradecidos por todo lo que tenemos y el diseño que Dios nos ha dado como hombres y mujeres de manera distintiva. No vivimos, por la gracia de Dios, en una realidad ficticia donde se exigen enmiendas, se busca venganza, se hiere a inocentes y se confunden a las generaciones jóvenes. 

Tenemos un salvador glorioso. Vivamos, como cristianos, a la altura de ESA realidad celestial.


Referencias:

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