EL CRISTIANO Y LA BATALLA CULTURAL

Por Pr. Alvaro Guachalla

En los últimos años hemos vivido tiempos muy difíciles en cuanto a lo político, social e incluso hemos tenido que enfrentar desafíos en salud pública con la llegada de la pandemia. En medio de todo esto y con el surgimiento de las redes sociales la sociedad en su conjunto y también la Iglesia se encontraron sumergidas en lo que se conoce como la “batalla cultural”, algo que siempre existió pues esta es simplemente la batalla por las ideas que buscan dominar el comportamiento de la sociedad, los gobiernos e incluso las Iglesias.

Sin embargo, en nuestra época esta batalla tiene características diferentes a como se la llevaba en otras épocas en las cuales muchas veces se relegaba al ámbito académico en las universidades y que después fue creciendo en influencia al llegar a los medios de comunicación masivos y ahora esta batalla se libra ya no solo en los lugares mencionados sino que ahora la plaza pública donde se discuten y se promueven las ideas está en la palma de nuestras manos pues estas se discuten y se siembran en las mentes de cada ciudadano a través de las redes sociales, medios como Facebook, YouTube, Instagram, Twitter, Telegram entre otros, estos son los lugares donde las personas se conectan para muchas veces distraerse pero que al mismo tiempo son bombardeadas con ideas, imágenes, frases, videos cortos pero llenos de información, comentarios de todo tipo de personas en todas partes del mundo.

Esto,  lo queramos o no, está moldeando el pensamiento y la vida de toda una generación, las redes sociales y los medios de comunicación masivos están cambiando las ideas y prácticas de generaciones, lo que influye en el ámbito político, social e incluso en lo espiritual y es de esta forma que grandes movimientos son iniciados y es así también como muchas voces son silenciadas, gobiernos son fortalecidos, o debilitados, ideas y doctrinas son promovidas, como también otras son perseguidas y todo esto está moldeando la clase de mundo en el que vivimos en la actualidad y el sistema mundial al que nos dirigimos.   

En todo esto las preguntas debemos hacernos son: ¿Cuál es el rol del cristiano en todo esto? ¿Cuál debería ser nuestro papel dentro de la batalla cultural y los diferentes acontecimientos sociales que nos rodean? A estas preguntas lamentablemente muchas veces escucho respuestas que, como la mayoría de los errores en la historia, tienden a irse a los extremos.

Uno de estos extremos es la pasividad en medio de todo este caos, muchos al ver todos los acontecimientos políticos y sociales que nos rodean simplemente responden diciendo: “Nosotros no nos involucramos en política o temas como estos, ese no es nuestro rol, nosotros solo debemos predicar el evangelio y orar”. Esta respuesta, sí bien no está completamente equivocada, lamentablemente no es realista y coherente con todo lo que encontramos en la Escritura respecto a la responsabilidad del pueblo de Dios, algo que explicaré más adelante en este artículo. 

Al mismo tiempo como ya lo expresé existe otro extremo cuando nos hacemos la pregunta: ¿Cuál debería ser el nuestro papel dentro de la batalla cultural y los diferentes acontecimientos sociales que nos rodean? Este extremo está representado por personas que creen que la Iglesia debe convertirse en una organización de activismo social, dejando a un lado la predicación del evangelio y la sencilla pero profunda exposición de la Palabra.

Para estas personas esto no son suficientes pues piensan que la Iglesia debería estar luchando por llegar al poder, buscando justicia social, preparando políticos, debería revelarse contra las autoridades e incluso en algunos grupos se cree que la Iglesia debe demandar que la ley de Moisés se imponga sobre la sociedad por medio de los gobiernos; estos también defienden que el gobierno debería ser controlado por la Iglesia como institución, y es así que una vez más nos encontramos con una respuesta que no está completamente equivocada pero que lamentablemente no es equilibrada en lo que respecta al rol del cristiano en la sociedad. 

Mi propuesta en este artículo es presentar una visión equilibrada acerca del rol que debe jugar la Iglesia y cada cristiano individual dentro de los acontecimientos que nos rodean y la batalla cultural en la que nos encontramos. 

Para comenzar quisiera primero definir qué es la batalla cultural para lo que primero debemos entender que la cultura es el conjunto de ideas, tradiciones y costumbres que se cultivan en una nación, pueblo, familia o incluso clase social, las cuales se transmiten a través del tiempo y las generaciones en un determinado lugar, por lo que la batalla cultural no es más que la batalla por las ideas que tendrán preeminencia y dirigirán el actuar de una sociedad.

Teniendo esto en mente ahora déjenme preguntarles ¿Será que la Iglesia no tiene ningún rol en esta batalla por cultivar el pensamiento y las ideas de una determinada sociedad? Hermanos, la última vez que leí mi Biblia encontré que esta afirma que la Iglesia es “Columna y baluarte de la verdad” (1 Timoteo 3:15). Por esto, sinceramente creo que esto es más que suficiente para entender que la Iglesia debe jugar un rol importante en la construcción de las ideas que dirigirán el comportamiento de la sociedad, pues es la Iglesia la cual debe sostener la verdad según las instrucciones del apóstol Pablo. En este punto debemos entonces definir qué es la verdad. 

Cuando se habla de la verdad en la Escritura quizás la mayoría de las personas recuerden lo dicho por nuestro Señor en Juan 14:6 “Yo soy la verdad”. con lo que estoy completamente de acuerdo. Jesucristo es la verdad encarnada, Él es el fundamento de la verdad y aun más: Él mismo es la verdad, por lo que la Iglesia debe sostener la predicación de Cristo y su evangelio como algo de primera y suprema importancia, estoy completamente de acuerdo con el predicador que dijo que “Un sermón sin Cristo es como un día sin sol o como un mar sin agua o un cielo nocturno sin la luna y las estrellas”, yo creo en las palabras del apóstol cuando dijo que se “propuso no saber nada más que Cristo y éste crucificado” (1 Corintios 2.2).

Pero déjenme recordarles que el mismo apóstol que escribiría esas palabras también tocaría temas como la sexualidad, el matrimonio, el gobierno, los empleados y empleadores, el trabajo, el comportamiento correcto del hombre y la mujer, el rol de los jóvenes, el liderazgo en la Iglesia, etc. lo cual nos lleva a entender que la palabra “verdad” en el contexto amplio de la Biblia hace referencia a la Palabra Escrita de Dios en su totalidad, Salmos 119:160 dice: “La suma de tu Palabra es verdad”  Jesucristo oró diciendo: “Tu Palabra es verdad” (Juan 17:17) y es en esta Palabra que encontramos la verdad acerca de Dios, el hombre, la familia, la sociedad, el gobierno entre muchos otros temas que la Biblia aborda de manera explícita.

Ahora, no quiero ser malentendido y que alguien piense que el mensaje de Cristo no es suficiente pero si voy a afirmar que el mensaje de Cristo tiene el propósito de afectar nuestra comprensión y práctica en todos esos temas, es por eso que acabo de mencionar que el mismo apóstol que diría “me propuse no saber nada más que Cristo y este crucificado” en sus escritos no evitaría tocar todos los temas que conciernen a las ideas que son el origen de nuestras costumbres y tradiciones, en otras palabras, Pablo no dejaría a un lado el buscar cambiar la cultura de las personas a las que les escribía, algo que Jesucristo mismo hizo al debatir y entrar en controversias con las ideas y enseñanzas de su época. 

Entonces al entender que la Iglesia es columna y baluarte de la verdad y que esta verdad tiene como fundamento el mensaje del evangelio pero que también abarca toda la revelación escrita que tenemos ahora pregunto: ¿Dónde es que el mundo debería recurrir para encontrar la verdad? ¿No debería ser la Iglesia conocida por sostener la verdad acerca de Dios, el hombre, la mujer, la familia, el valor de la vida, el tipo de gobierno que a Dios le agrada y la forma en la que Dios quiere que la sociedad se conduzca entre muchos otros temas que la Biblia aborda? 

Hermanos, debemos entender que si la Iglesia es aquella que debe sostener la verdad entonces es su deber el involucrarse en las discusiones que conciernen a toda la verdad que Dios nos ha revelado, en este punto traigo a memoria las palabras del fallecido John Stott quien en una de sus conferencias dijo: “Si una casa está oscura no es culpa ni de la casa ni de la oscuridad, sino de la falta de luz”, una frase que no puedo olvidar, pues confrontaba a los cristianos con su falta de impacto en la sociedad y su negligencia al involucrarse en una sociedad llena de oscuridad.

John Stott expresó esas palabras al exponer el mandamiento de ser luz y sal en este mundo, un mandamiento que recibimos directamente de nuestro Señor pero que lamentablemente no se ve reflejado en la vida de muchos cristianos y de la iglesia, pues vemos cada día como la oscuridad avanza en nuestro mundo, vemos cómo estamos siendo invadidos por doctrinas que buscan destruir la familia, la Iglesia y al individuo y lamentablemente la actitud de muchos Cristianos es simplemente quejarse y aislarse usando la oración y la soberanía de Dios como una excusa para no actuar. Sin embargo, en la Escritura no solo encontramos el mandamiento de apartarnos del mal sino también de exponerlo o confrontarlo. En Efesios 5:11 leemos: “Y no participéis en las obras estériles de las tinieblas, sino más bien, desenmascaradlas” (LBLA), es de esta manera que no se nos llama a ser pasivos al ver la maldad en nuestro mundo sino a desenmascararla.  

En este punto quisiera utilizar como apoyo el concepto de la renovación de mente que se nos pide que tengamos en Romanos 12:2, siendo la mente la fuente donde las ideas se conforman, ideas que a la postre controlan nuestra conducta, lo que Pablo nos está pidiendo en ese pasaje es que primero entremos en una batalla cultural con nosotros mismos, una batalla que se libra al desechar ideas y conductas preconcebidas y que al adquirir más conocimiento y con la guía del Espíritu Santo entendemos que debemos cambiar, pues aún existe un viejo hombre en nosotros acostumbrado a una forma de vivir contraria a la verdad de Dios, algo que debemos renovar.

Es por eso que en nuestro caminar cristiano se vuelve costumbre reconocer más fallas o ideas equivocadas que al ser expuestas a la Palabra de Dios salen a la luz y son el fundamento de una constante renovación dentro de nosotros, es por eso que en la Iglesia vemos personas que alguna vez defendieron el feminismo e incluso participaban de aquel movimiento pero que al conocer a Cristo y su Palabra tuvieron que abandonarlo, lo mismo sucede con personas que al conocer la verdad  abandonaron la idolatría, la inmoralidad, o cualquier forma de pensamiento y conducta que se levantara en contra de lo que Dios nos ha revelado en su Palabra, este proceso en el que cambiamos las ideas y pensamientos que gobiernan nuestra conducta (cultura) como ya dije es algo que le sucede a todo verdadero cristiano, pero ¿Será que todo este cambio en el creyente es para que se lo guarde para sí mismo y no influya en su entorno social?

Sinceramente con todo lo expuesto hasta este momento debería ser claro que ese cambio de pensamiento y de conducta que el creyente experimenta no solo tiene un propósito individual sino que también tiene el propósito de alumbrar a una sociedad que está ahogándose en la oscuridad siendo esta una batalla que se nos manda a pelear pues déjenme recordarles las palabras del apóstol Pablo:

“Pues, aunque andamos en la carne, no luchamos según la carne; porque las armas de nuestra contienda no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas; destruyendo especulaciones y todo razonamiento altivo que se levanta contra el conocimiento de Dios, y poniendo todo pensamiento en cautiverio a la obediencia de Cristo…”

2 Corintios 10:3-5

Pablo nos expresa claramente que nuestra lucha es buscar destruir todo razonamiento altivo que se levanta en contra del conocimiento de Dios. Ahora, reconozco que el apóstol Pablo está lidiando con el mensaje del evangelio y su impacto en la Iglesia de Corinto, es por esto que a continuación me propongo mostrar que relación tiene la batalla cultural con la predicación del evangelio.   

En la predicación del evangelio existe una parte fundamental del mensaje el cual es exponer el pecado de los oyentes es por eso que el mayor evangelista del primer siglo dijo: “Hemos acusado a todos de ser pecadores” (Romanos 3:9), y adivinen que estamos haciendo cuando nos involucramos en la batalla cultural: lo que hacemos es acusar el pecado de aquellos que se han desviado de lo que Dios manda en su Palabra respecto a cualquiera de los temas ya mencionados. Jesucristo mismo hizo esto pues leemos en los evangelios:

“El mundo no puede odiaros a vosotros,
pero a mí me odia,
porque yo doy testimonio de él,
que sus acciones son malas.”

Juan 7:7

Esto, queridos hermanos, es la parte del evangelio, que lamentablemente se ha perdido en nuestros días. Sin embargo, a pesar de la negligencia de muchos en dar un mensaje completo, la Biblia claramente nos manda a confrontar el pecado con el objetivo de que las personas comprendan su maldad y entiendan la necesidad que tienen de un salvador.

Cuando nos involucramos en la batalla cultural, la batalla por las ideas y prácticas en nuestra sociedad desde una cosmovisión cristiana eso es exactamente lo que estamos haciendo, es por eso que los profetas en el Antiguo testamento no dudaron en reprender el pecado no solo individual sino el de toda una nación y sus gobernantes, es también por eso que vemos en el Nuevo Testamento a alguien como Juan el Bautista confrontar a Herodes Antipas con su inmoralidad, es por eso que vemos al salmista llamar a los gobernantes a no rebelarse contra Cristo y someterse a Él (Salmo 2).

Es en este punto en el que encontramos un característica en la misión del cristiano que nadie más en el mundo tendrá, pues todos en la sociedad discuten ideas solo por el afán de imponer la escuela que cada uno defiende, pero nosotros no lo hacemos por ese motivo sino que nuestro motivo es soteriológico, nuestra meta es que los gobiernos, la sociedad, las familias y los individuos comprendan su maldad y de esa manera guiarlos al Salvador. 

Antes de terminar quisiera dirigirme y confrontar a aquellos que aún no creen que los cristianos deben estar involucrados en la batalla por las ideas, a ti déjame decirte que tu familia, Iglesia y tú mismo son y serán afectados por la batalla que se libra todos los días en nuestra sociedad. Tal vez tu no creas que como cristianos tenemos esta responsabilidad, pero te aseguro que aquellos que todos los días enseñan la falsedad en las universidades, en las calles, en las redes sociales o en la televisión, ellos si creen que es su responsabilidad influir con sus ideas y enseñanzas a tus hijos, tu comunidad e incluso a tu Iglesia, y harán todo lo que esté en sus manos por que esto suceda, es por eso que hoy vemos tantas Iglesias que se dejaron someter por ideologías feministas, progresistas, evolucionistas, marxistas e incluso por la inmoralidad de los grupos LGBTQI+.

Esto es porque hemos abandonado o quizás ignoramos que la Biblia nos dice que no ocultemos nuestra luz sino que alumbremos en medio de la oscuridad, que sostengamos la verdad en medio del engaño, y que confrontemos de manera individual y colectiva el pecado buscando que se  “Conviertan ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos.” (Jeremías 15:19) 

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