Por Gabrielle Stafford
Me encantó trabajar en la primera línea del movimiento provida y dando consejería en las calles. Tuve el privilegio de trabajar en primera línea durante poco más de tres años, y realmente fue y es muy gratificante y un honor ser una voz para los que no tienen voz y ofrecer ayuda, apoyo y recursos reales a las mujeres y sus familias. Ser un trabajador provida es a la vez muy satisfactorio y desafiante. Viene con luchas y también con días realmente difíciles, emocional, física y espiritualmente.
El lado emocional
La consejería callejera es muy agotadora emocionalmente. Es increíblemente triste y difícil ver a mujeres acudir a centros de aborto por cualquier motivo, pero especialmente para matar a sus hijos. Es especialmente desgarrador ver a mujeres que realmente te dicen que saben que el aborto significa matar a sus hijos, pero no les importa.
En mi experiencia estando en primera línea, me atrevería a decir que la lucha más grande es querer detener a las mujeres y ayudarlas a ver qué es el aborto realmente y el dolor que causa, pero sabiendo que no siempre se las puede detener, por lo que nos queda seguir orando y ofreciendo recursos y mantener conversaciones durante el tiempo que el cliente esté dispuesto a hablar. Puede ser difícil de aceptar, pero Dios verdaderamente es el único que puede cambiar los corazones y las mentes. Es una lucha, pero orar continuamente ayuda a mantenernos firmes, con la misión y el objetivo final en mente.
Puede ser desalentador hablar con una clienta que parece estar a punto de desistir de entrar a un centro de aborto, solo para terminar entrando de todos modos. Y puede ser especialmente desgarrador cuando alguien parece estar a punto de irse o parece muy pensativo, pero ya sea un escolta o algún individuo pro-aborto viene y lo intercepta.
Para aquellos que no lo saben, los centros de aborto tienen lo que se llaman escoltas como voluntarios que se paran frente al centro de aborto y saludan o escoltan a los clientes al interior. En mi experiencia en las consejerías callejeras, los escoltas pueden ser muy agresivos y algunos son más suaves. He visto escoltas que simplemente hacen señas a los clientes para que entren, y he visto a otros que se paran en medio del camino de entrada en un esfuerzo por interceptar mi conversación con una clienta y alcanzarla antes que yo, de modo que yo no pueda ofrecerle recursos gratuitos o hablarle sobre otras opciones fuera de matar a su hijo.
He visto a escoltas tocar música y cantar muy alto o gritar para interrumpir cualquier conversación que pueda estar teniendo con una clienta. Los escoltas a menudo le gritan a las clientas que somos manifestantes y que no se detengan a hablar con nosotros. Por lo general, nunca se acercan a hablar con nosotros, dado que parecer ser que los centro de aborto les instruyen no hacerlo, por lo que algunos escoltas entablan conversación solo entre ellos cuando hay varios de ellos presentes, o a veces nos miran directamente con una expresión en blanco o molesta.
Las amenazas físicas
Hay momentos de encuentros físicos. No había oído hablar de muchos en la organización con la que trabajaba, sin embargo, un escolta me empujó físicamente en un esfuerzo por detener un encuentro que estaba teniendo con un cliente.Todavía no estoy segura si la intención era empujarme o simplemente interrumpir mi conversación con la cliente, pero definitivamente he experimentado que me muevan físicamente fuera de las cercanías de los centros de aborto y he oído hablar de otras personas que tuvieron encuentros físicos de algún tipo, lo cual tuvo que abordarse con la policía local y el director ejecutivo de la organización con la que trabajé. Los incidentes, como ser empujado, son la razón por la que los consejeros callejeros siempre deben tener una cámara fija y una cámara en el chaleco para que las evidencias estén disponibles para ver y escuchar si es necesario. Y ciertamente hubo muchas ocasiones en las que necesitábamos revisar las imágenes debido a un encuentro en particular.
Cuando trabajaba como consejera en las calles, algunos de mis compañeros de trabajo experimentaron que los empujaran, que les arrojaran algo, y la mayoría de nosotros en algún momento experimentamos que un escolta interfiera en la consejería que estábamos dando, con la esperanza de que al menos nos permitan hablar con la clienta en lugar de que ellos se presenten repentinamente para detener rápidamente la interacción antes de que realmente podamos hablar o repartir literatura.
La batalla espiritual
Es muy agotador tener que luchar con el enemigo en el frente. No se trata de los pro-aborto que bailan, cantan y celebran abiertamente el asesinato de niños y trabajan para interceptar conversaciones que alienten la vida en lugar de la muerte, sino que se trata del espíritu del mismo Satanás. Es por eso que se debe orar por los consejeros callejeros y todos los defensores de la vida. Necesitamos oración continua antes, durante y después. Por las mujeres y sus familias, los trabajadores pro-aborto, aquellos que ocupan cargos políticos y están luchando para “proteger los derechos de las mujeres a abortar”, y por que más personas valoren la vida y por que se cambien corazones y mentes.
Los defensores de la vida, ya sean consejeros callejeros o cualquier otro, pueden luchar eficazmente contra el agotamiento emocional y las frustraciones de los encuentros físicos al pasar tiempo con Dios, mantenerse firmes en la verdad sin importar nada y orar constantemente. Mantener la vista puesta en la misión y el objetivo a largo plazo en lugar de quedar atrapados en las amenazas de la gente o tomarnos algo personal.
Rechazo de personas y amenazas legales
Los trabajadores provida tienden a experimentar mucho rechazo, ya sea que trabajen como consejeros callejeros, luchen en el movimiento a un nivel más político o de gobierno local o incluso en centros de recursos para el embarazo.
En Estados Unidos, después de que se anulara Roe vs Wade (la ley que legalizaba el aborto), recuerdo haber oído hablar de centros de embarazo que fueron lamentablemente vandalizados por partidarios radicales del aborto.
En mi experiencia en la lucha, he tenido trabajadores abortistas, transúntes, familiares y amigos de clientas interrumpir mientras yo estaba dando alguna consejería. Estas son algunas de las cosas que he oído decir:
“Dejen de avergonzar a las mujeres”.
“Realmente no pueden ayudar a las mujeres”.
“Eres sólo un manifestante”.
“Es decisión de la mujer”.
“Ni siquiera te preocupas por las madres”.
En la mayoría de los casos, estas son solo cosas que se gritan para que no tengan interés en una conversación, pero como mujer pro-vida, ya sea trabajando activamente contra el aborto o proporcionando recursos, todos queremos tener conversaciones con cualquiera que esté dispuesto a hablar. Ya sea educar a un compañero pro-vida sobre los recursos disponibles para ofrecer a las mujeres, o a una persona pro-aborto que aboga apasionadamente por “el derecho al aborto” o cualquiera que sea su razonamiento.
Ciertamente también he experimentado amenazas durante las consejerías. Amenazas de llamar a la policía, y en un incidente en particular, una amenaza de que llamarían a la policía porque pensaban que había violado una ley, lo cual era incorrecto. Me acusaron de mentir y de bloquear el auto de alguien, lo cual también era mentira. Todas las amenazas que he experimentado personalmente han sido vacías y sin fundamento.
¿Cómo debemos afrontar todos estos desafíos?
Oración y confianza en Cristo.
El vigor, la motivación y el aliento para seguir luchando contra el aborto se encuentran en Cristo. Y también diría que los momentos en que una madre elige con valentía la vida, ya sea criando a su hijo o eligiendo la vía de la adopción, son momentos que son en sí mismos un estímulo y son muy motivadores. Siempre es inspirador escuchar las historias reales de quienes estuvieron a punto de abortar o de madres que se enfrentaron a la decisión de abortar, y eligieron la vida.
Es difícil trabajar en el movimiento provida en cualquier puesto, ya sea como consejera, en el ámbito político o incluso simplemente como voluntario de oración que puede hablar con varias personas mientras se encuentra en un centro de aborto. Es desgarrador, requiere dedicación, nos lleva a mantener los ojos en Cristo, educarnos y seguir adelante.
Sí, es emocionalmente agotador y puede ser una lucha, pero al final vale la pena cuando Dios permite que una vida sea salvada y una madre sea apoyada, asistida y pueda llenarse de esperanza, desde el embarazo en adelante.