Por Andrea Guachalla
Pasamos horas y horas frente a la televisión, en especail cuando somos lo sufientemente jóvenes como para no tener responsabilidades urgentes en oposición a cuando nos hacemos mayores. Ya sea porque nuestra atención fue cautivada por una serie de televisión o porque nos gusta ver películas, documentales, etc. En algún punto de nuestras vidas, nos encontramos pasando mucho tiempo en frente de una pantalla, y depende de nosotros decidir si esas horas fueron desperdiciadas o, finalmente, bien aprovechadas.
Debo admitir que yo definitivamente desperdicié mucho tiempo de mi juventud viendo películas sin sentido, o series de televisión que no me ofrecieron ningún mensaje duradero que de hecho me diera una perspectiva diferente de la vida, o que me deje una huella emocional, o al menos me enseñara algo. La mayoría de esas películas fueron olvidadas incluso antes de que apagara la televisión.
Sin embargo, me hace feliz poder decir que una de esas películas en la que invertí mucho tiempo – no solo mirándola pero tambien leyendo sobre ella, descubriendo a los artistas detrás de la producción, leyendo la novela en la que se basó y escuchando el soundtrack – de hecho dio buen fruto con el tiempo.
¿Te estás preguntando que película es?
¡Estoy hablando de orgullo y prejuicio! Una película romántica protagonizada por Keira Knightley y Matthew Macfadyen que fue publicada el 2005.
Esta producción fue basada en un libro del mismo título escrito por Jane Austen, una renombrada escritora inglesa nacida a finales del siglo XVIII. A pesar de que Jane escribió el libro en 1797, no fue publicado hasta 1812, cinco años antes de su muerte. Tristemente, mientras ella todavía vivía el libro no recibió mucha atención, a pesar de que ella ya había ganado reconocimiento ´por un libro que publicó en 1811 (Sensatez y Sentimientos). No fue hasta décadas despues en que Orgullo y Prejuicio fue re-publicado y ella ganó reconocimiento por el.
Orgullo y Prejuicio, cuyo fue originalmente titulado “Primeras Impresiones,” es una novela de comedia romántica escrita en el Periodo Regencia (1811-1820), ofreciendo un estilo de discurso indirecto libre, que significa que la narrativa no incluye los diálogos que toman lugar entre los personajes, sino que es más bien una descripción de los eventos que se desarrollan, las conversaciones sostenidas y la evolución de sentimientos.
Tal como es, el libro no ofrece muchos detalles sobre lugares o características físcias de los personajes y el estilo literario puede ser algo frustrante para lectores que prefieren un estilo de discurso indirecto normal o discurso directo; ciertamente el libro presentó un desafío para los escritores que lo adaptaron a un guión para producciones cinematográficas.
La trama se desenvuelve alrededor de una familia de clase media consistiendo en el Sr. Bennet (el padre), la sra. Bennet (la madre) y cinco hijas llamadas Jane, Elizabeth (Lizzie), Mary, Catherine (Kitty) and Lydia. La narrativa retrata su vida provincial en el area rural de Gran Bretaña, y su interacción con dos familias de una jerarquía más alta, las familias Bingley y Darcy.
El libro muestra como la feminidad y maternidad eran percibidas en ese tiempo. Tambien revela las complejidades de la ciudad mientras simultaneamente desarrolla la historia de amor entre la miembro más inteligente, ingeniosa y tenaz de los Bennet, Lizzie, y el Sr. Darcy, un hombre rico, orgulloso, y antipático dueño de todo el estado de Pemberley en Derbyshire.
La improtancia de la obre de Jane y el atractivo de la trama se hace evidente por el número de adaptaciones hechas basadas en la novela, y el número de obras literarias escritas inspiradas en ella. La primera adaptación a pantalla ampliamente aclamada fue hecha en 1940, con el mismísimo Aldous Huxley como guionista junto a dos colaboradores, siendo seguida por nueve diferentes adaptaciones apelículas y series de televisión, de las cuales la más reciente es la más aclamada: la adaptación escrita por Deborah Moggach, una reconocida escritora inglesa.
En un esfuerzo por capturar fielmente la esencia de la novela en el guión, ella pasó dos años escribiendo la adaptación al guión (si, ¡dos años!), y escribió no solo un borrador pero muchos de ellos. Para el momento en el que Joe Wright se unió al proyecto como director de la pronta-a-ser película, ella estaba trabajando en su 3er borrador.
Despues de empezar a trabajar con Joe terminó escribiendo siete borradores diferentes (si, mi amigo, ¡un total de diez borradores!). La razón de ello fue que los borradores fueron de seguir la narrativa de la novela lo más cerca posible a ser más flexible a pedido de Joe.
“…tan bellamente formada como una historia – el romance definitivo sobre dos personas que creen odiarse pero en realidad están enamorados apasionadamente. Sentí, ‘Si no está roto, no lo arregles.”
Deborah Moggach
Algunos cambios mayores fueron que muchos personajes que aparecen en la novela fueron dejados fuera con el objetivo de enfocarse en Lizzie y Darcy. Añadido a eso, la familia Bennet es retratada como una familia feliz que tiene conversaciones interrumpidas durante el desayuno, mientras que en el libro la familia es más bien disfuncional.
Las personalidades de las hermanas tambien son algo diferentes que como Jane las retrata: Joe introduce la idea de que Lydia y Kitty se comporten como gemelas. Y finalmente, las locaciones de algunas escenas fueran cambiadas totalmente para que se adecúen más al sentimiento dramático-romántico que la película buscaba.
Por ejemplo, (alerta de spoiler) en el libro la primera vez que Darcy se declara a Lizzie están en una casa parroquial, mientras que en la película lo hace a las afueras de un edificio de arquitectura neoclásica; y la segunda vez, su declaración ocurre cerca de la casa de Lizzie mientras el sol se alza, mientras que en el libro están caminando por un camino rural a plena luz del día.
Todos esos cambios son tanto amados como odiados dependiendo del grado de reverencia de cada persona por Jane Austen como escritora. Pero al final, es importante tener en mente que tanto Deborah como Joe pusieron mucho esfuerzo en escribir el guión sin repetir lo que ya se había visto en pantalla con otras adaptaciones, y lograron capturar la historia magníficamente.
A la luz del diseño de vestuario, la elección de locaciones para el proceso de rodaje, la música compuesta por Dario Marianelli y agraciadamente interpretada por Jean-Yves Thibaudet, tengo mi primera lección aprendida después de las incontables horas que pasé leyendo el libro, viendo la película y escuchando el soundtrack:
Una historia de amor es más que simplemente una historia de amor. Es sobre entender a cada personaje, percibido o inadvertido, desde una perspectiva diferente incluso en la vida real.
Y ahora, antes de ir a la segunda lección aprendida, te preguntaré algo.
¿Alguna vez has sentido que el mensaje que una película busca enviar es tan fuerte que de hecho cambia tu vida en alguna dimensión?
Muchas veces cuando vemos películas es solo por el bien de ser entretenidos. Pero hay algo misterioso y especial sobre el entender que las personas tomando el papel de los personajes son reales y que cualquiera sea el diálogo, alguna vez fue real en la mente de una persona, y ahora es real para ti como espectador.
En la primera mitad de Orgullo y Prejuicio (la película), se hace claro que el Sr. Darcy tiene habilidades sociales muy limitadas y se refrena en lo posible de habalr con personas que no son familiares para él, lo que lo hace parecer orgulloso y arrogante. Luego, hay una escena en la que Lizzie se encuentra cenando con el Sr. Darcy, un par de amigos suyos, y la más orgullosa de las mujeres entre todos los personajes: Lady Catherine de Bourgh, que resulta ser la tía de Darcy.
Durante la cena insulta a Lizzie repetidamente, sacando a relucir el hecho de que es socialmente inferior y demanda saber las habilidades que tiene, a lo que Lizzie responde que toca el piano. Levando todo esto a la siguiente escena, en la que Lizzie es forzada a tocar el piano en frente de todo el grupo.
Mientras lucha por tocar las notas correctas, Lady de Bourgh sostiene una conversación con Darcy y todos los demás acerca de cuan bien la hermana de Darcy toca el piano, y Lady de Bourch se gira apresurdamente a la amiga de Lizzie, Charlotte, aconsejándole fuerte y demandantemente que practique el piano en su sala de música cuando tenga la ocasión.
Ella insiste en que “ninguna excelencia puede ser adquirida sin constante práctica.”
Toma unos segundos hasta que Darcy se acerca al area donde está Lizzie, y cuando deja de tocar tienen una conversación. Lizzie trae a flote el hecho de que él es muy antipático y desconsiderado.
“Yo… no poseo el talento de conversar fácilmente con personas que no conozco” responde Darcy en defensa.
“Tal vez debería tomar el consejo de su tia y practicar?” dice Lizzie sin dudar.
Ahora es tiempo de que me digas si es extraño que estas dos frases cambiaron mi vida (de alguna manera).
No sé como es para ti, mi amigo, pero yo soy la clase de personas que se se inventa excusas para todo lo que parece desafiante. Y usualmente mis bien pensadas excusas empiezan así:
“No poseo el talento de… Tocar el piano.”
“No poseo el talento de… Conversar con niños.”
“No poseo el talento de… Cocinar un buen almuerzo.”
“No poseo el talento de… Ser paciente.”
“No poseo el talento de… Mantenerme en contacto con mis amigos mientras estoy encerrado en casa debido a un virus que está intentando entrar por mi ventana.”
Y puedo seguir todo el día. ¡Es tan fácil!
Sin embargo, todas estas excusas sinsentido tienen una sola respuesta y es la misma que recibió el Sr. Darcy incluso si fue inspirada por su despreciable tía:
“Debería tomar el consejo de su tía y PRACTICAR.”
Incluso ahora, cuando sea que me encuentro en una situación incómoda o desafiante, mi yo interior me consuela con un “toma el consejo de tu tía y practica,” y toda la escena con Lady de Bourgh, Darcy y Lizzie viene inmediatamente a mi mente haciéndome preguntar si es absurdo o divertido que recuerde todo esto antes de acercarme timidamente a presentarme a alguien nuevo.
Todo lo que sé es que me da alegría y me relaja, y estoy algo contenta de que esta sea la segunda lección que aprendí de Orgullo y Prejuicio.
Ahora déjamo dirigirme a ti. Si con frecuencia salen de tu boca excusas como las mías, pretendamos por un segundo que tienes una tía llamada Lady Catherine de Bourgh y te daré un solo consejo:
Toma el consejo de tu tía y PRACTICA,
PRACTICA,
PRACTICA.
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