Por Andrea Guachalla
Solía escribir artículos para Tasting The Ocean (casi) todas las semanas desde que comenzó el proyecto hace un año y medio. Para este año tenía una lista completa de dos docenas de artículos que se suponía que íbamos a publicar pero que nunca se publicaron (espero poder escribirlos pronto).
La vida ha sido una locura, esa ha sido una de las razones por las que no se publicó todo el contenido planeado para este año. Pero mentiría si dijera que la principal razón fue la falta de tiempo. Esa no fue la razón.
Al reflexionar sobre estos últimos meses, me di cuenta de que solo he podido escribir dos artículos que ni siquiera estaban planeados para ser publicados, y la única razón por la que pude escribirlos fue porque hablaban exactamente de las preguntas que yo le había estado haciendo a Dios: ¿Qué gané yo por no haber pecado? Dios, ¿me olvidarás para siempre?
Tenía tiempo de sobra para escribir los artículos que estaban en la larga lista, pero simplemente ya no podía escribir. Si. Yo, cuya forma favorita de expresarse, reflexionar y procesar ideas y sentimientos es plasmar palabras en papel, no podía escribir. Me sentía hipócrita y ridícula al tratar de escribir sobre cosas como el contentamiento y el perdón mientras luchaba con el descontento, el resentimiento y la falta de fe.
Es posible que descubras que, como yo, a veces no tienes fuerzas para hacer las cosas que amas o que debes hacer, no tienes fuerzas para escribir o trabajar, o servir, o ir a la iglesia, o incluso para orar. Y eso podría suceder por muchas razones: problemas familiares, darte cuenta de cuán profundamente arraigado está el pecado en el mundo, anhelos insatisfechos, oraciones aparentemente no respondidas, estar desempleado, la pérdida de un miembro de tu familia, etc.
Personalmente, he luchado con algunas de estas cosas en estos últimos meses. Relaciones rotas, darme cuenta de cuán lejos está dispuesto a llegar el mundo para celebrar el pecado y la muerte, no poder celebrar a los demás por obtener las cosas que yo tanto deseo, tener mis sueños y esperanzas completamente destrozados hasta un punto que ni siquiera puedo comenzar a explicar, y preguntarme por qué Dios se negaría a contestar mis oraciones si las cosas que pido honran a Dios… Al menos en mi humilde y pecaminosa opinión. Así que me faltan las fuerzas. Incluso para hacer cosas básicas como escribir u orar. Y estoy segura de que a muchos de ustedes también les ha faltado fuerza. Quizás, como yo, no has podido comprender completamente cuál es el plan de Dios para tu vida, y cuál es tu papel en la batalla cultural que se desata todos los días en el mundo, especialmente cuando todo parece ir por el camino equivocado, o no en absoluto como lo planeaste.
Hay tantas cosas que no entiendo, especialmente sobre el carácter de Dios y cómo su soberanía se relaciona con la responsabilidad del hombre. No entiendo por qué Dios permite que sucedan cosas malas como el actual abuso de poder del tiránico gobierno boliviano, o por qué permitiría que los bebés fueran asesinados en el vientre de sus madres en nombre de la “salud reproductiva”, o por qué contestaría algunas oraciones y se abstendría de responder a otras. ¿Por qué sería tan paciente con los que matan, los que persiguen y los que blasfeman Su nombre cuando podría deshacerse de ellos para evitar que su pecaminosidad afecte a otros?
Dios es misericordioso y justo. Las pruebas son una bendición. Los humanos son malvados. Sé todo eso en teoría, y sin embargo todavía no puedo entenderlo con mi corazón y mi alma, o tal vez me niego a hacerlo.
Así que, en mi debilidad, falta de fe y falta de fuerza, y mientras busco comprender la soberanía de Dios y la pecaminosidad del hombre, y cómo eso resulta en lo que está sucediendo en todo el mundo, trato de servir… Si mi servicio es agradable para Dios o no, no puedo saberlo con seguridad, aunque espero que lo sea. Todo lo que sé es que es infinitamente mejor servir a un Dios santo a quien no puedo entender completamente en mi pecaminosidad que apartarme de Él y perderme en mis deseos pecaminosos. Es infinitamente mejor estar en comunión con Su iglesia que aislarse completamente y perderse en vanos razonamientos.
Y ese es mi mensaje para ustedes, hermanos y hermanas que están luchando con algo. Estés donde estés, sean cuales sean las circunstancias en las que te encuentres, sin importar cuán lejos estén de ser satisfechos los deseos de tu corazón, o cuántas oraciones sientas que han quedado sin respuesta: sirve a Dios. Ese es un privilegio que los incrédulos no tienen. Incluso si no comprendes por qué las cosas suceden de la manera en que lo hacen, aún puedes confiar en la santa voluntad de Dios y descansar en Cristo, tu Salvador, aún puedes amar y ser amado por Sus hijos, e incluso puedes amar a quienes te hacen daño. ¿No es eso suficiente para estar eternamente agradecidos? Debería serlo.
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