Por Gimena Alarcón
¡Señor!
¿Cómo me presentaré delante de tí?
¿Pretenderé alcanzar tu salvación
con un oportuno arrepentimiento hipócrita de última hora?
¿Qué haré?
¿Echaré la culpa de mi propia tibieza
al pastor de mi iglesia…
…o culparé a algún otro cristiano
un poco más hipócrita que yo?
¿Qué me inventaré?
¿Que las circunstancias de la vida
no me permitieron acercarme a tí?
¿Que mi familia, mis estudios, mi trabajo,
mis bienes, mis entretenimientos y mi descanso,
fueron más importantes que lo que tú me ofreciste?
¿Te contaré que fui una buena persona
que se emocionaba de vez en cuando
con algunas de tus palabras
y que solía leer a veces Proverbios y Salmos?
¿Te reclamaré que no es justo
que me regalaras una salvación
tan costosa para tí…
… y tan comprometida para mí…?
Te diré que yo tenía derecho a obtener
todo aquello que me ofrece el mundo…
y que la senda angosta es demasiado difícil…
que no quise sufrir ni incomodarme
y menos negarme a mí misma…
Tuve miedo de perder todo aquello
que todo el mundo busca y que luce tan bien,
pero que no permanece…
y me aferré neciamente a lo que se desvanece…
Cuando esté delante de tí…
me quedaré en silencio… tú hablarás…
…y aceptaré mi sentencia…
Escrito originalmente en La Paz, agosto 2015.
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