Por Gimena Alarcón
Y estamos aquí y ahora,
en la Babel globalizada del siglo XXI,
en medio de las voces que confunden,
en la desesperada búsqueda
de una felicidad que no se alcanza,
capturados por la información que desinforma…
Falsos profetas, aquí y allá, por todas partes
en el siglo de las oscuras luces de la tecnología…
En tiempos de Augusto Cesar,
siendo Cirenio gobernador de Siria,
una luz resplandeció en Belén,
la verdadera en medio de la oscuridad humana…
No la reconocimos entonces…
ni la queremos reconocer ahora.
Necesitamos ser salvados,
es indudable, es innegable el extravío
en el abismo de la irrealidad,
y encaminados hacia la autodestrucción
al borde de la consumación de la historia
¿Quién nos salvará?
¡Jesús!
el Jesús de la historia,
el verdadero, el de la palabra escrita,
el del cumplimiento de las profecías
el que nació en un pesebre
el que vino a reconciliarnos con el Padre,
el que venció en la cruz,
el que resucitó al tercer día,
la luz verdadera que alumbra en la oscuridad…
“Dios habiendo hablado muchas veces
y de muchas maneras en otro tiempo
a los padres por los profetas,
en estos postreros días
nos ha hablado por el Hijo,
a quien constituyó heredero de todo,
y por quien asimismo hizo el universo…” Heb. 1:1-2