Por Gimena Alarcón
Voluntariamente esclavizados
con la mente extraviada en los medios de comunicación.
Hijos biológicos, huérfanos de la paternidad natural,
somos arrastrados por los medios
para asesinar nuestra identidad…
Se destruyó la familia,
la humanidad se convirtió en tierra fértil
para la autodestrucción.
Hace demasiado tiempo que renunciamos al amor,
y lo reemplazamos por la conveniencia
y pusimos en el trono al dios comodidad,
y en su altar sacrificamos nuestro tiempo
con el entretenimiento sin límites, lejos de la vida real
y el verdadero valor y el sentido de la vida,
concentrados en el aquí y el ahora,
ambicionando todo aquello que se compra
puesta la confianza en los dioses dinero, fama, poder…
Ignorando que la muerte nos espera con certeza
y una segura condenación que esperamos evitar
con nuestras supuestas obras de bien.
Es que la justicia divina no está a la venta…
La impiedad, la iniquidad, toda maldad será castigada sin duda…
Solo por qué Dios es Dios.