POR QUÉ LAS NUEVAS GENERACIONES ODIAN LA FEMINEIDAD y qué hacer al respecto

Por Andrea Guachalla

Hace algunos meses el internet fue tomado por asalto cuando se filtraron imágenes de la nueva versión de Blancanieves para que el mundo las viera. Si no estabas al tanto de la controversia que rodea la publicación de estas imágenes, permíteme explicártela brevemente. Al final de este artículo te darás cuenta de que vale la pena conocer la historia.

Hace unos meses se publicó en un medio americano una imagen de la nueva producción de Blancanieves. En esa aparece la infame imagen. Una Blancanieves que no es blanca y los 7 enanos que no son enanos. Los medios de comunicación y fanáticos de Disney en todo Estados Unidos y América Latina tuvieron diferentes reacciones ante el material filtrado. Y aunque algunos medios intentaron defender a Disney y sus esfuerzos progresistas, la mayor parte de internet estalló en carcajadas.

Ahora bien, lo que causó mayor controversia no fue tanto el hecho de que la nueva Blancanieves no sea una mujer blanca alemana sino una de ascendencia latina, ni que los enanos no sean enanos sino un grupo de 1 enano y 6 personas de tamaño normal que incluyen a una mujer, todos de diversas etnias y probablemente también de diversas orientaciones sexuales. No. Lo que causó la mayor controversia fueron las entrevistas resurgidas que la protagonista, Rachel Zegler, que había dado el año pasado para promocionar la película.

Se han compartido varios segmentos de entrevistas desde que se filtró la imagen, y todos pintan tanto al elenco como a la película en sí en muy, muy mala luz. Algunos de los comentarios más atroces hechos por la protagonista afirman que Blancanieves, la película original, es retrógrada y que a la nueva Blancanieves progresista no le importa el amor sino ser una gran líder. Los comentarios de Zegler demuestran que ella misma desprecia a Blancanieves por ser una mujer que sueña con el príncipe azul y con el amor verdadero, como si eso fuera algo malo en sí mismo.

Sus palabras resonaron por todas partes… “Esta Blancanieves no va a ser salvada por el príncipe, ni va a estar soñando con el amor verdadero.” En un par de entrevistas con su coprotagonista, Gal Gadot, quien interpreta a la Madrastra, ambas rugen que esta Blancanieves es diferente, fuerte, independiente, autosuficiente y más parecida a, bueno… un hombre.

Lo curioso es que lo dicen como si todo el mundo debiera sentirse seducido por semejante “giro en la historia”. Como si no hubiéramos tenido suficientes películas de “mujeres jefas” en la última década, y como si todos y cada uno de nosotros pensáramos que soñar con el amor verdadero y con un buen hombre es inherentemente malo o misógino.

Bueno… ¡Sorpresa, sorpresa! La gente en general odió los comentarios de Zegler y muchos, incluido el hijo del mismo director de la película original de 1937, simplemente se revolvieron disgustados. También yo me revolví disgustada en mi asiento, aunque ya no me importan las películas de Disney desde que su Agenda gay “no tan secreta” se ha vuelto más evidente.

Las críticas vinieron tanto de los conservadores, por la forma en que actrices como Zegler quieren promover una agenda feminista, como de los liberales que piensan que Zegler tiene una visión distorsionada de lo que realmente significa el feminismo. No entraré en por qué las afirmaciones de los liberales son incorrectas, ya que he hablado de ello aquí. Pero baste decir que el feminismo en su esencia rechaza la feminidad, el matrimonio y la maternidad. Dejando de lado esa discusión por ahora, quiero hablar sobre por qué las mujeres jóvenes como Zegler odian la idea de ser una mujer tradicional y un par de ideas sobre lo que podemos hacer al respecto.

¿Por qué las nuevas generaciones odian la feminidad?

Hay una cosa que la industria del entretenimiento en Estados Unidos y en otros lugares ha hecho con eficacia: lavar el cerebro a las nuevas generaciones para que odien la feminidad. Yo sobre todo puedo dar fe de ello porque yo misma fui víctima del adoctrinamiento y me llegué a identificar como feminista durante varios años antes de despertar a la realidad. La razón principal por la que me hice feminista fue que consumía toneladas de entretenimiento y música estadounidenses.

Las películas y series de televisión de Hollywood retratan a las mujeres como lo opuesto a lo que realmente son, cargando así a las muejres con un estándar imposible de alcanzar. Ahora se presenta a las mujeres como el género más fuerte, como directoras ejecutivas, superhéroes, salvadoras, líderes, etc. Hemos visto esto con Mulan, Sarah Connor, Katniss Everdeen, Hulka, Mujer MAravilla, Black Widow y muchas otras. Incluso las películas que se supone que tienen un protagonista masculino logran de alguna manera tratar sobre mujeres que salvan a los hombres incompetentes, sensibles y poco inteligentes involucrados en la historia.

¿Qué fanático de Marvel no salió de mirar ”Thor: amor y trueno sintiéndose insultado por la trama en la que una mujer termina salvando a un semidiós que está demasiado sumido en sus sentimientos y, por lo tanto, es completamente inútil? Hay una razón por la que Hulka fue un fracaso absoluto, y se predice que Blancanieves también lo será. La gente ya no quiere ver “muejres jefas”, si eso significa despreciar el diseño original de las mujeres y retratar a los hombres como estúpidos e inútiles.

Sumado a Hollywood, el sistema educativo de muchos países, las Naciones Unidas y las redes sociales han hecho grandes esfuerzo para adoctrinar a la juventud con el feminismo, entre otras cosas, que rechazan la idea misma de un Creador dándole un diseño a su creación.

El diseño que Dios nos dio

Hay una razón por la que Dios nos dio el diseño que nosotros, hombres y mujeres, tenemos, y eso es para cumplir los roles que Él nos dio.

Es innegable que las mujeres son más débiles y emocionales que los hombres. Lo tenemos arraigado en nuestro ADN. ¡Y eso no está mal! Simplemente significa que somos diferentes de los hombres y podemos aceptarlo porque Dios nos hizo así. Nos enfrentamos a más cambios hormonales a lo largo de nuestra vida y a lo largo del mes, lo que obviamente nos hace menos aptas para trabajar horarios de 8 horas e influye en nuestro estado de ánimo. Literalmente tenemos menos densidad ósea y masa muscular, lo que nos hace más débiles y, por lo tanto, no aptas para muchos trabajos y tareas, o nos hace directamente incapaces de protegernos de amenazas inminentes en muchas circunstancias. Hay una razón por la que la Biblia llama a las mujeres “vaso frágil”.

Todas estas cosas nos hacen, hasta cierto punto, dependientes de la racionalidad y la objetividad de los hombres, y de su fuerza y ​​liderazgo. ¿Y qué? ¿Somos menos valiosas porque necesitamos ayuda o porque enfrentamos cambios de humor con más frecuencia que los hombres? No. Dios ha diseñado bellamente a los hombres para que sean líderes, protectores y proveedores para que nosotras, las mujeres, podamos cumplir los roles que Dios nos ha asignado sin tener que preocuparnos por ser quienes provean, lideren y protejan.

¿Y somos inferiores por no haber sido diseñados para ser líderes, proveedoras y protectoras? ¡No! Dios nos ha hecho a nosotras, mujeres, ayuda idónea, cuidadoras, amas de casa y capaces de llevar un bebé en nuestro vientres. Cosas para las que los hombres no están diseñados. Los hombres no pueden nutrir a un bebé en sus vientres, ni tienen la tendencia a cuidar de los demás en la misma medida que las mujeres, y difícilmente pueden convertir una casa un hogar. ¡Eso es algo que hacen las mujeres!

Ahora, entiendo que hombres y mujeres pueden encontrarse en situaciones que requieren que crucen hacia lo que el otro género está diseñado para hacer, pero si abrazáramos el diseño de Dios para ambos, ciertamente encontraremos que cuanto más un hombre abraza y cumple los roles que Dios le ha asignado, más libre será una mujer para ser exactamente eso: una mujer, tal como Dios quiso que fuera. Y lo mismo se puede decir a la inversa.

Ahora surge esta pregunta: ¿qué se supone que debemos hacer ahora? ¿Qué podemos hacer para contrarrestar lo que el sistema educativo de muchos países y la industria del entretenimiento han estado enseñando a niños y adolescentes durante años?

¡Aquí hay un par de ideas!

Sé una verdadera mujer

El mundo te dirá que debes odiar la feminidad, el matrimonio y la maternidad. El mundo te dirá que no está bien admitir que eres más débil que los hombres, o que quieres ser esposa o madre. El mundo te pedirá que seas una mujer jefa y actúes como un hombre. O al menos su idea de lo que es un hombre.

Así que aquí hay algo revolucionario que hacer: ¡SÉ MUJER!

Abraza la belleza y el construir un hogar, la crianza de los hijos y el matrimonio. Acepta las cosas que te hacen especial por diseño. Tu tendencia a ser tierna, el hecho de que puedes prestar más atención a detalles que los hombres nunca notarían, el hecho de que te sientes inclinada a jugar con niños cuando están cerca y el hecho de que eres más habladora y sensible que los varones. Ora para conocer algún día a un hombre piadoso con quien puedas casarte y cuyo liderazgo puedas seguir. Sueña con ser una ayuda idónea y con ser madre. ¡Está bien anhelar esas cosas siempre y cuando no se conviertan en ídolos!

Incluso si a algunos les suena superficial, abraza tu tendencia a querer verte bella y arreglada. Abraza tu deseo de hacer de tu residencia sea un hogar y tu deseo de ser hospitalaria con los demás. Regocíjate cuando cocinas una buen plato que otros puedan disfrutar. Está bien perseguir estas cosas. Es natural que una mujer quiera cuidar de los demás y anhele el matrimonio y la maternidad.

Celebra el matrimonio y la maternidad

¿Quién no ha escuchado comentarios antimatrimonio en el trabajo o entre amigos? El mundo les dirá a los jóvenes que el matrimonio es horrible y que no vale la pena. Y, lamentablemente, mucha gente habla por experiencia. Muchos han tenido que afrontar el divorcio, el adulterio o la violencia doméstica. Lamentablemente, hay matrimonios que están sufriendo. Sin embargo, eso no significa que el matrimonio sea malo en sí mismo, sino que los seres humanos pueden convertir algo tan hermoso en algo aterrador.

De igual modo, ¿quién no ha escuchado las quejas de mujeres (y hombres) sobre tener que criar hijos y lo terrible que puede ser? ¡Me atrevo a decir que todos lo hemos hecho! He escuchado comentarios que van desde lo horrible que es el embarazo hasta lo horrible que puede llegar a ser la ansiedad cuando los hijos ya son adultos y tienen que enfrentar situaciones difíciles. Lamentablemente, incluso he oído a mujeres arrepentirse de haber tenido hijos. Ese es el mundo en el que vivimos, y no es necesario que formes una opinión sobre el matrimonio y la maternidad basándote en esos comentarios, ni en matrimonios que hayas visto fracasar.

A medida que pasa el tiempo es cada vez más raro ver a mujeres celebrar que se casaron o tuvieron hijos, en primer lugar porque muchos adultos jóvenes no están interesados ​​en absoluto en el matrimonio, y mucho menos en la maternidad. Las mujeres de mi generación y las más jóvenes celebran poder viajar por el mundo, o pasar tiempo con sus perri-hijos, o se alegran de no estar comprometidas con una sola persona para toda la vida, porque eso les da la “libertad” de salir con otro hombre cada vez que se cansan de su relación más reciente.

Ahora bien, no quiero decir que nadie en mi generación defienda el matrimonio y la maternidad y los tenga en alta estima, pero sí quiero decir que los sentimientos contra ambas cosas están aumentando rápidamente, y eso es preocupante y triste. Entonces, la próxima vez que veas a una amiga tuya casándose o anunciando que va a tener un bebé, ¡tómate el tiempo para celebrarlo! Y hazlo abiertamente si quieres, organizando baby showers, publicándolo en las redes sociales o comentando sus publicaciones. El matrimonio y la maternidad son algo hermoso, porque Dios nos ha creado para glorificarlo a través de esas cosas.

Sumado a eso, cuando veamos a mujeres (u hombres) hablar mal de la femineidad, el papel tradicional de la mujer, el matrimonio o los hijos, ¡reprendamoslo! Defendamos el diseño que Dios dio a la mujer y el núcleo familiar que Él, en su bondad, ha instituido para su gloria, el bien de la sociedad, de la iglesia y para nuestro disfrute.

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