Por Andrea Guachalla
Cuando estaba soltera anhelaba entrar en un noviazgo que honre a Dios. Cuando comencé una relación de noviazgo anhelaba comprometerme. Cuando me comprometí, anhelaba casarme con mi increíble prometido. Y ahora que estoy casada anhelo tener hijos. Y estoy segura que cuando tenga hijos todavía estaré anhelando algo más… Anhelaré que lleguen a la fe verdadera, y que tomen decisiones sabias, y anhelaré que mi esposo se mantenga saludable a medida que envejecemos….
Y así pasan los años… Esperamos que suceda lo siguiente, el siguiente logro, la siguiente etapa de la vida, y quizá… Sólo quizá, nos olvidamos de disfrutar y saborear el tiempo presente.
No creo que sea malo anhelar cosas que son bíblicas. Después de todo, el Salmo 37:4 dice que Dios nos dará los deseos de nuestro corazón, y esos deseos, por supuesto, irán de acuerdo con Su Palabra.
Es bueno anhelar el matrimonio y tener hijos. Es sabio y honra a Dios prepararse espiritual, emocional y físicamente para las siguientes etapas de la vida, pero sólo mientras no se conviertan en un ídolo y comiencen a tomar el lugar de Dios. Y sabes cuándo han tomado el lugar de Dios cuando comienzas a levantar tus puños hacia el Señor cuando no estás obteniendo las cosas que tanto deseas.
En el futuro, en el tiempo perfecto de Dios, quiero tener muchos hijos y criarlos para que honren a Dios, a sus padres y sean de servicio a la iglesia y la sociedad.
Anhelo ser madre.
Y eso es bueno, pero sólo si recuerdo disfrutar ser la esposa de mi marido ahora, en el presente. Sólo si recuerdo que Dios no me debe nada, mientras que yo le debo todo y que todo lo que he anhelado es un simple reflejo de que en última instancia lo anhelo a Él.
Entonces, mientras espero pacientemente, elijo sostener mis esperanzas y sueños con las manos abiertas, confiando en que el Creador soberano ha escrito mi historia en la eternidad.
