QUERIDA HERMANA SOLTERA, ESPERA

Recuerdo bien mi temporada de soltería. Soñaba con casarme inmediatamente después de la universidad y formar una familia cuando tuviera veintitantos años. Cuando cumplí 30 años, me encontré soltera y sin un posible esposo en el horizonte. Había pasado el tiempo y todavía estaba esperando. Si bien ahora miro hacia atrás como una mujer de 35 años que ha estado casada durante 3 años, las lecciones que el Señor me enseñó acerca de esperar durante mi tiempo de soltería han tenido un impacto duradero en mi caminar con el Señor. Aprendí que la lucha es real, que la esperanza es real y que la espera vale la pena.

¡La lucha en la espera por un esposo es REAL!

Cuando cumplí treinta años y todavía estaba soltera, pasé muchas noches sin dormir preguntándome: “¿Hay algo mal en mí? ¿Por qué a todos les resulta tan fácil encontrar pareja pero para mí es lo más difícil? ¿Cuánto tiempo tengo que esperar? ¿Hay alguien ahí afuera para ayudarme? 

Estaba cansada de esperar. 

No podía soportar ver a otra chica más joven que yo llegar al seminario donde estudiaba, pasar un semestre allí, comenzar una relación y luego comprometerse y casarse en el lapso de seis meses.

Estaba harta. Mi reloj estaba corriendo. El tiempo pasaba y mi esposo todavía no aparecía por ningún lado. Me sentía desanimado y sin esperanza. 

Querida hermana, ¿puedes identificarte? Quizás tu historia sea como la mía. Quizás también te estés preguntando por qué sigues soltera en esta etapa de tu vida y sientes que tu vida aún no ha comenzado. Déjame validar tu dolor diciendo que la lucha es real. No estás loca. Esperar que aparezca un hombre piadoso es realmente difícil.

Y lo es porque no fuimos creados para estar solos (Génesis 2:18). Dios creó a Adán y disfrutó de la comunión con él, pero aun así dijo que no era bueno que el hombre estuviera solo. Fuimos creados para tener relaciones unos con otros, y el matrimonio es la relación más íntima. Dios ha creado a las mujeres para ayudar y cuidar y disfrutar de la intimidad en el matrimonio. Al posponerse ese deseo, la soledad y el anhelo de tener un esposo se vuelven una realidad.

Durante esta etapa de mi vida, tuve personas bien intencionadas que me pedían que me regocijara en el Señor y que me arrepintiera por mi falta de contentamiento. Me sentí culpable por sentirme insatisfecha en Dios y por desear un esposo y una familia. Me dijeron que había hecho un ídolo del matrimonio y que Dios nunca me daría algo con lo que tendría que competir.

Cuando escuché estas cosas me sentí devastada. Estaba convencida de que Dios estaba enojado conmigo y, por lo tanto, nunca me bendeciría con el matrimonio. Estaba maldita.

Sentí como si Dios me hubiera estado negando el matrimonio y no entendía por qué. Tenía el deseo de casarme. Sin embargo, pasaban los años y yo todavía seguía soltera. Entonces, un amigo me compartió que el Señor estaba involucrado en mi espera, no buscando castigarme sino ayudarme. Esto empezó a darme esperanza.

La verdadera esperanza se encuentra en Dios, no en el matrimonio

El pasaje que mi amigo compartió conmigo fue del Salmo 84:10-12:

“Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos. 
Escogería antes estar a la puerta de la casa de mi Dios, que habitar en las moradas de maldad. Porque sol y escudo es Jehová Dios; gracia y gloria dará Jehová.”

El Señor usó este versículo para ayudarme a ver mi verdadera necesidad. Necesitaba recordar quién era Dios. Necesitaba adorar al Señor por lo que Él era y es, no por lo que Él puede darme. Necesitaba aprender a confiar en el Señor de manera práctica y no teórica. 

El Salmo 84 comienza hablando de la hermosura de la presencia de Dios y su morada. Esto me ayudó a examinar mi corazón y hacerme estas preguntas: “¿Disfruto estar en la presencia de Dios? ¿Mi corazón y mi carne cantan de alegría en Su presencia?  Si no lo hace, ¿por qué no?” El salmo dice en los versículos 3 y 4: 

“Aun el gorrión halla casa, y la golondrina nido para sí, donde ponga sus polluelos, cerca de tus altares, oh Jehová de los ejércitos, rey mío, y Dios mío. Bienaventurados los que habitan en tu casa;perpetuamente te alabarán. 

Frente a la verdad de las Escrituras, me enfrenté a las preguntas: “¿Me siento segura en la presencia del Señor? ¿Encuentro descanso en Él no sólo durante esta temporada sino en todas las etapas de mi vida?

Me di cuenta de que mi ídolo no era el matrimonio, sino lo que creía que obtendría de él. El matrimonio era sólo un puente que haría realidad mis sueños. El matrimonio equivalía a un príncipe azul que me rescataría de un futuro repleto de incertidumbre. Este príncipe me proporcionaría toda la seguridad física y la tranquilidad que creía que Dios no podría proporcionarme. 

El Señor en su bondad me llevó al arrepentimiento y pude dejar de ver a Dios como el enemigo y ver mi propio pecado como el enemigo.

En consecuencia, en lugar de correr a través de mi etapa de soltería, comencé el proceso de vivir una vida sacrificial de forma intencional, orando por un esposo mientras servía activamente a mi iglesia y a mi comunidad. Comencé a agradecer a Dios por el deseo que Él me dió de ser esposa y madre y recordé que esos deseos debían llevarme a orar no sólo por un esposo sino por un corazón que confiara en Dios incluso si no tenía uno para mí. 

El Señor me estaba enseñando a confiar y esperar. 

Esperar en el Señor vale la pena

Pasaron los años y Dios me dió un esposo. Y ahora puedo ver que el Señor nos permitió a ambos esperar tanto tiempo para que entendiéramos quién es nuestra verdadera seguridad, quién es el verdadero salvador y quién realmente nos satisfaría en todos los sentidos. Nuestra verdadera esperanza NO está en el otro sino en el Señor. Jesús es quien dio su vida por nosotros y nos brinda una eternidad sin incertidumbre. 

Querida hermana, espera en el Señor, ora libremente por un esposo pero ora por tu corazón mientras esperas. Que Él te dé el descanso que necesitas mientras disfrutas del tiempo en Su presencia. Que te regocijes en Aquel que es soberano.


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